Si en nuestra casa hay un espacio en el que tanto podemos descansar como pasar un buen rato con la familia o con los amigos, ese es el salón. Esta estancia nos permite pasar y compartir momentos agradables, por lo que su imagen debe estar acorde a su propósito principal, el de ofrecer un espacio acogedor y agradable.
Además de contar con un mobiliario acertado como podría ser la comodidad que ofrece un sofá o la organización que nos permiten las estanterías, el salón ha de contar con un ambiente único. Para potenciar los colores, los materiales y el ambiente en definitiva, la luz natural juega un papel muy importante.
Luz natural
De entrada, que haya luz natural en nuestro salón nos abre y oxigena la estancia. Un espacio así no puede estar cerrado o sobrecargado, por lo que la entrada de la luz exterior es de lo más importante. Como hemos mencionado, queremos compartir buenos momentos en nuestro salón y que mejor que generar en el una sensación de amplitud y luminosidad.
Cómo conseguirlo
Para empezar, nuestro salón debe disponer de una o varias entradas de luz procedente del exterior. Éstas se pueden cubrir con cortinas que encajen en nuestro estilo decorativo, pero nunca deben borrarle el paso, ya que nuestra idea es expandirla por toda la estancia y, a ser posible, extenderla a otros puntos de nuestro hogar.
Para ello el mobiliario puede aportar una muy buena ayuda. En este caso nos referimos a utilizar, por ejemplo, mesitas de centro de cristal, estanterías que no estén cubiertas, etc. En definitiva, piezas que no entorpezcan la presencia de la luz natural en nuestro salón, sino que se acomoden a ella.
Todo ello, acompañado de un buen entorno como podrías ser los colores neutros o tonalidades cálidas, algo en lo que tiene mucho que ver la pintura que elijamos para las paredes, por ejemplo, hará de nuestro salón el mejor espacio del hogar. Como hemos dicho, una estancia acogedora y agradable tanto para el día a día como para los momentos de relax.